Alguna vez me mostraste
tu cara incendiada
preciosa y brillante,
completamente iluminada.
Después te ocultaste
en la negrura del firmamento,
y contigo te llevaste
lo más profundo de mi pensamiento.
En ciclos te riges,
así que me podrías explicar
porque siempre me afliges
haciéndome desvariar.
No lograba comprender
ese afán tuyo
de hacerme caer
con tanto barullo.
¡Rompe este hechizo!
que hace del amor
un ente escurridizo,
te suplico Luna, por favor.
Te encontré la otra noche
espiando por mi jardín.
Sin ningún reproche
me alegré de verte al fin.
Sentí mi corazón palpitante
cuando en el cielo comenzaste a brillar,
destellando radiante,
dejándome nuevamente amar.
Gracias, Naná Kutsini...
Poesía: Jessica Soler • Agosto 19, 2017
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