Durante años, ella había tratado de desprenderse de aquel "don" que le había sido otorgado y por un buen tiempo, aparentemente lo había logrado.
A veces, recuerda, cuando era apenas una niña, la cantidad de veces que fue reprendida por hacer mención de eso, que veía y sentía. Era duramente reprendida. Tantas veces la silenciaron, que ella aprendió a silenciarlo también. Hasta el día, que Él cruzó la acera y se acercó a saludarla...
A veces, recuerda, cuando era apenas una niña, la cantidad de veces que fue reprendida por hacer mención de eso, que veía y sentía. Era duramente reprendida. Tantas veces la silenciaron, que ella aprendió a silenciarlo también. Hasta el día, que Él cruzó la acera y se acercó a saludarla...
Conforme Él se acercaba más y más a ella, cobraba fuerza, nuevamente. Al reconocerse mutuamente, la intensidad y brillo de La Luz que emitieron fue tal, que despertaron a La Oscuridad.
¿Quién osaba desafiarla de esa manera? Nadie podía, ni debía, de brillar tan fuerte. Por eso, sus alas habían sido cortadas.
Era tarde para tratar de silenciarlo. Ella dormía, plácidamente, acurrucada en los brazos de Él, cuando la invadió nuevamente, después de tantos años. La despertó de golpe, justo al mismo tiempo que Ella, tratando de defenderse en sus sueños, soltaba un fuerte golpe. Golpe, que desafortunadamente acabara en el abdomen de Él. Ella estaba aterrada, como lo había estado años atrás, sólo que ahora sabía disimular su terror.
La Oscuridad se abrió camino a sus anchas, entre ellos. Ella, la conocía de tiempo atrás, sabía de lo que era capaz. Ya se había llevado, una vez, a su llama gemela. No le permitiría volver a hacerlo. Esta vez, lucharía con todas sus fuerzas.
Los días que le precedieron, no fueron nada fáciles. Necesitaba recuperar fuerzas. Necesitaba resguardar la poca Luz que quedaba, para protegerla. La escondió en lo más profundo de su corazón.
Resiste.
Ella, resistía. Ya lo había hecho. Podía volver a hacerlo.
La Oscuridad arremetía con fuerza.
Sentía que ya no podía más, cuando otro como ella, por fin, apareció. Se había enterado de su existencia, meses atrás. Incluso, había intentado hablar con él varias veces, pues presentía que compartían cierto "don". No había manera de comprobarlo, sin verse en persona, sin embargo, no quería insistir demasiado, pues la Oscuridad los percibiría. Decidió esperar en silencio. Hasta que un día, recibió su mensaje, y acordaron encontrarse.
Salió a correr, como solía hacer cada día. Correr liberaba su espíritu y tranquilizaba su alma. Iba sonriendo, pensando que ese día, por la tarde, por fin descubriría si habían más como ella, cuando voló por los aires.
Sintió el embate de la Oscuridad, pero en esta ocasión, sintió también un cálido abrazo invisible, su rostro fue girado hacia un lado y protegió su cabeza. Al caer, vió el mensaje que estaba frente a ella:
Fue ahí cuando supo, con certeza, que no estaba sola.
Al volver a creer en Él, supo que Dios había vuelto a su lado.
Y Ziya, por fin, conoció a Einyel.
Foto 1: Jessica Soler • Octubre 12, 2020
Foto 2: Jessica Soler • Enero 9, 2021
Microrelato: Jessica Soler • Enero 2021 • Historias del Angel, Ziya.
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